Los Lebeck festejan el día del padre brindando con cerveza
Pablo tiene 82 años. Nació, creció y se crió en el campo familiar de
Tres Arroyos, el que comenzó a dirigir en 1955, cuando tenía 21. La
pérdida de su padre lo obligó a hacerse cargo del legado que tarde o
temprano, sabía que le iba a tocar. En Tres Montes, su campo, vio crecer
mucho más que un negocio, vio crecer a su familia.
En el campo realizan actividades agrícolas y ganaderas y la
mitad de sus producciones son de cebada. "Elegimos a la cebada porque es
uno de los cereales que mejor se adapta a las condiciones del suelo y
climáticas". Hoy en día tienen cebada forrajera y cebada cervecera, que
venden a las malterías que después transforman en cerveza.
Su esposa es también hija de padres productores de la zona,
con quien tuvo tres hijos: Ana María, Enrique y Andrés. "Mis hijos se
criaron entre el campo y la ciudad. Mientras estudiaron, vivimos en la
ciudad y veníamos los fines de semana al campo", cuenta Pablo.
Sin embargo y luego de haber terminado sus estudios, los tres
eligieron seguir su futuro en el campo. Ana María, la más grande, en
contadora y está a cargo de la administración del campo; Enrique está a
cargo de la producción agrícola y Andrés, de la ganadera.
Tiene ocho nietos y cuenta que sus hijos siguen su camino.
Viven en la ciudad mientras los más chicos de la familia estudian.
"Igual, almorzamos con ellos todos los días, antes de realizar los
trabajos. Tener a toda la familia vinculada al campo es una bendición".
Seguir haciendo cosas cotidianas y simples, como compartir una comida
juntos, los ayuda a separar el trabajo de la familia y esto se ve
reflejado en los resultados.
"A los chicos los aconsejamos y les decimos que pueden
dedicarse a otra cosa si quieren, que esto no es una obligación. Algunos
lo hacen y otros no, como Alan por ejemplo, el hijo de Enrique que
tiene 21 años y que ya está trabajando con nosotros", explica Pablo y
demuestra por qué el campo es mucho más que un negocio para ellos y se
transforma en su realidad, la que eligen y disfrutan.
La transmisión de generación en generación fue tan natural
como la elección de cada uno de los Lebeck que decidió dedicar su vida
al campo.
"El secreto para poder trabajar juntos y en armonía es saber
escucharnos, expresarnos, convencer al resto y por último estar bien
asesorado para cuando no nos ponemos de acuerdo", cuenta el abuelo
Lebeck, que entiende que hay momentos en los que la ayuda externa es
clave a la hora de hacer coincidir los intereses de tres generaciones
que aunque tengan la misma sangre, a veces no tienen las mismas
respuestas.
"Trabajar en familia es impagable y es una suerte que pocos
tenemos. Nos vemos a diario y es algo que celebramos hoy, en el día del
padre, y cada día de nuestra vida".
Hoy levantamos nuestros chops para homenajear a todos los padres de Argentina.